Nos llega de Guillaume Gallienne esta película, escrita,
dirigida e interpretada por él mismo, sobre su propia vida. Más narcisismo,
imposible.
El tráiler pintaba bien, como siempre. No os dejéis engañar.
Las mejores escenas ya las habéis visto en ese minúsculo visionado de apenas
dos minutos. El resto es el resultado del deseo del protagonista de exorcizar
sus propios fantasmas, sus traumas infantiles, provocados por una familia que
desde pequeño le tacharon de maricón (así, como suena), mariquita, negado para
los deportes, nenaza…
Todo el metraje está compuesto de una serie de topicazos, no
sólo relacionados con la ambigua tendencia sexual del protagonista, sino con
una visión del mundo mediocre, chabacana y que en algunos momentos provoca casi
inmediatamente el rechazo. Al principio, esta especie de niño mimado no
madurado viaja a España, a La Línea de la Concepción. Mejor ahorraros la imagen
que da en la película de esa zona y de los españoles en general, porque hasta
yo, que no soy andaluz, me he sentido ofendido. Después, ese rechazo inicial se
mitiga cuando trata de igual forma, superficial y llena de clichés, a ingleses
y alemanes.
Lenta, delirante, con escenas de una pretenciosidad que raya
la demencia, los ochenta y cinco minutos se convierten como por arte de magia,
en la conciencia del espectador, en una duración mucho más larga. Comentar, a
modo de anécdota, que mi santa, tan aficionada al cine o incluso más que yo, se
ha dormido en mis brazos durante un buen rato, perdiéndose, gracias a Morfeo,
algunas de las escenas más homófobas que he visto en mi vida. Resulta patético
mostrar como el premio de su vida, la meta feliz finalmente alcanzada, el hecho de tomar conciencia
de su condición de heterosexualidad.
Me parece indignante, a la vista en el momento de escribir
este comentario de la ficha de la película, que se haya llevado tantos premios,
entre ellos el César a la mejor película. Da la impresión de que algún
iluminado que no tenía otra cosa mejor que hacer, puso en algún momento sobre la
mesa una enorme cantidad de dinero, para que esta especie de desarraigado emocional
vomitara sobre la pantalla su cuando menos fallida filosofía de vida. Un ajuste
de cuentas, con pretensiones de comedia, sin gracia ninguna salvo en dos o tres
destellos de originalidad.
"Obra maestra", "divertida y original", "humor ácido", "inteligentemente construida"… En la ficha de Filmaffinity he podido leer todo
eso, escrito por unos cuantos críticos. Una de dos: o no han visto la película
y se apuntan al carro de las primeras valoraciones, o están hablando de otra
película. Las primeras valoraciones, escritas por periodistas franceses, son
extraordinarias, como siempre. Ellos defienden a muerte lo suyo. Pero en esta
ocasión, el producto no es defendible.
Chabacano, zafio, hiriente en ocasiones, que no agrio, como
dice alguno, y por supuesto, nada irónico. No he visto ninguna manifestación
del colectivo homosexual, pero no tardará en aparecer, supongo, porque la
película no les trata precisamente con respeto.
¿Qué está pasando en Francia? Antes se realizaban películas
de este pelaje en el país vecino, pero ni por lo más remoto resultaban tan
alabadas como lo está siendo esta y otras similares. Probablemente este
individuo sea muy conocido y respetado en su país, pero desde luego no tiene
nada que ver con otros realizadores mucho más prestigiosos. ¿Dónde ha ido a
parar la calidad y el buen criterio de los directores franceses?
Ahorraos el dinero de la entrada. Al menos a nosotros nos ha
salido barato, con esto de la fiesta del cine, pero el tiempo perdido
bostezando y cabreándome no me lo quita nadie…
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