sábado, 13 de octubre de 2012

Lo imposible

Juan Antonio Bayona nos sumerge sin concesiones en un acontecimiento que podría calificarse de milagroso, el del reencuentro de los cinco miembros de una familia española que sobrevivió al tsunami que arrasó parte de las costas de Tailandia en 2004. Un acontecimiento feliz encuadrado en una tragedia de dimensiones apocalípticas, en la que perdieron la vida cerca de un cuarto de millón de seres humanos.
La primera parte es espectacular. Bayona juega perfectamente con los sonidos, con las sensaciones, con los signos que preceden a la brutalidad del tsunami, magistralmente recreado. El espectador se siente parte integrante del terror provocado por el agua. La naturaleza desatada, que convierte al ser humano, con todo su poder, con toda su inteligencia, en nada, en un simple objeto tan maltratado como una rama de árbol, un coche o un puñado de cristales rotos, impresiona por su devastador poder. Desazona lo poco que se puede hacer, lo absolutamente nada que se puede hacer, salvo confiar en la suerte, en unas circunstancias como esas. Creo que hacía mucho tiempo que no se producía en la sala un silencio tan sobrecogedor como el que viví ayer. Todos éramos conscientes, y así nos lo ha enseñado Bayona, de que no somos más que peones en las manos del destino. Impone una fuerte congoja la imagen de Naomí Watss rendida frente al cristal, en cuclillas, con la hoja de papel pegada al mismo, esperando la tragedia. Nada puede hacer, y lo sabe, salvo esperar.
La segunda parte nos cuenta el duro camino de la supervivencia. El sufrimiento que conlleva la gran suerte de haber sobrevivido, aunque suene a paradoja. Te duele el cuerpo cuando ves a la madre y al hijo caminando entre cañas, en un paisaje devastado, sangrando, gritando de dolor. Bayona no se permite ni una sola concesión. Su gran acierto, bajo mi punto de vista, consiste en mostrar el dolor en toda su crudeza. No se trata de dos héroes al estilo de Hollywood, sino de una madre y su hijo cercanos, reales, sobrecogidos, aterrorizados. Me encantó que el director jugara con los primeros planos, con sugerencias, con las caricias que un niño al que encuentran y salvan, aterrorizado, le da a su nueva madre. Primeros planos largos increíbles, como el de la cara del nativo que arrastra a la madre por el lodazal para llevarla al hospital. Ella le mira a la cara, durante todo el camino. Es consciente de que esa persona le está salvando la vida. Pienso que esa mujer, la real, jamás olvidaría la cara de ese hombre.
Bayona se centra en el drama familiar, en el reencuentro, en la peripecia vital al extremo que sufren todos ellos, desde María y Lucas (increíble actor el pequeño Tom Holland), madre e hijo mayor, hasta el padre, Henry (¿Será posible que JAMÁS he visto una película de Ewan McGregor que no me guste?) y los dos hijos pequeños, Simon y Thomas. Todos han quedado tocados, aterrados ante el baile con la muerte, pero han sobrevivido, han disfrutado de ese privilegio. Con miradas laterales, retazos del horror, somos conscientes de lo que ha sucedido. Miles de cadáveres toscamente envueltos en sábanas, gente que llora ante las listas expuestas en los tablones de anuncios, médicos y enfermeras desbordados ante tanto horror. Bayona parece querer hacernos saber constantemente que la familia española conforma la única pieza optimista, el único retazo de luz en medio de tanta oscuridad.
La historia desgarra el corazón. Los silencios provocados por el terror, conmueven. El derrumbamiento de la madre cuando comprueba que todos sus seres queridos están vivos, hace llorar, como otras muchas escenas, como los encuentros, quizá un poco forzados y abusando un poco del suspense de las casualidades, entre el padre y los hijos. También hace llorar la escena del encuentro en el hospital entre un padre sueco y su hijo, propiciado por un gigante, Lucas, que descubre la tremenda grandeza de su madre a través de todo el metraje. Son lágrimas fáciles, buscadas, conseguidas con los recursos habituales, con la música de fondo, naturales, gracias a escenas efectivas que las provocan. Es sencillo llorar ante ese tipo de escenas.
Lo que nunca, lo que jamás me hubiera imaginado, es llorar como lo hice ayer, primero al verla, después al recordarla, y ahora al contárosla, ante una magistral, una soberbia escena con un simple teléfono móvil como protagonista principal.
Una digna, muy digna producción española. Bayona comenta en una entrevista en la red que parece mentira que infrautilicemos unas instalaciones, como las de la Ciudad de la Luz en Alicante, en donde se rodó parte de la película, que son superiores a muchos estudios de Hollywood. Cuando se utilicen las instalaciones, el presupuesto, o el talento de un director como Bayona, para rodar auténticas joyas como “Lo imposible”, bienvenido sea todo.
Hay que verla. Y en este caso, además, hay que verla en el cine. En la pantalla pequeña perderá muchísima fuerza. Tomar conciencia de vez en cuando de nuestra dimensión como seres humanos, de nuestra grandeza y de nuestra insignificancia caminando juntas de la mano, nos abre la mente, nos hace más humanos.

5 comentarios:

Mayte Esteban dijo...

Vi el trailer, como todo el mundo supongo, en un anuncio y me pareció una más de las pelis de catástrofes que a veces ponen por las tardes en Antena 3. Me alegra que me hayas descubierto que es algo más.

El tema del Tsunami lo tengo reciente en la memoria porque acabo de terminar El Juicio de Dios, de Ríos Ferrer, que parte de él.

Un beso

May Baeza dijo...

Aunque a mi tambien,me parecio una pelicula mas de estos temas,he oido muy buenas criticas de ella,y aqui lo reflejas muy bien!! un besazo!!

Vivir, a sorbos, beso a beso hasta morir de felicidad dijo...

¡Coño, Felix! así no hay quién se resista a querer ir al cine, con lo maravillosamente que nos las vendido. ¡Ya tengo ganas de verla! (en cuanto tenga con quién dejar a mi madre,me largo al cine) Un abrazo.

María José Moreno dijo...

Me la pongo en la lista. Genial entrada.

Juan Roures dijo...

Una magnífica película que recurre a estrellas internacionales porque es necesario pero cuenta una historia muy humana y tiene una dirección brillante por parte de Bayona. Saludos.