martes, 1 de abril de 2014

2 Francos, 40 Pesetas, de Carlos Iglesias

Por suerte, de vez en cuando funciona la ley de las compensaciones. Si ayer vi una película francesa con pretensiones y unas críticas que la elevaban hasta las estrellas, hoy he tenido el inmenso placer de ver una película española que, sin pretensiones, y respaldada por unas críticas negativas, de personas a las que los árboles normalmente no les dejan ver el bosque, te arranca de vez en cuando alguna lágrima, risas abiertas, y muchas sonrisas de identificación.

1974. Pablo, el hijo de 18 años de Martín (Carlos Iglesias), muy bien interpretado por Adrián Expósito, emprende un viaje a Suiza, el país en el que pasó su infancia, junto a su buen amigo Juan, interpretado por todo un descubrimiento, Luisber Santiago, un genial actor que cada vez que abre la boca se gana al público. Los dos jóvenes viven sus primeras experiencias fuera del nido, conocen por primera vez el amor, y se sorprenden ante la libertad, la moralidad abierta y la responsabilidad imperante en un país en aquella época (y en esta, que todo hay que decirlo) tan avanzado como Suiza.
Ellos abren la espita de los recuerdos en Martin y Pilar, su mujer (Nieve de Medina, siempre acertada), que con la excusa del bautizo del hijo de Marcos (Javier Gutiérrez, gigante como siempre) emprenden también viaje al idílico pueblo suizo en el que vivieron durante bastantes años. Allí, Martin se reencuentra con Hanna, la dueña del hotel (magníficamente interpretada por Isabel Blanco) y resurge entre ellos de nuevo una chispa.

No hace falta ver la primera parte, “1 franco 14 pesetas”, para disfrutar plenamente de esta nueva entrega escrita y dirigida por un Carlos Iglesias que crece, como director y como intérprete, en cada nuevo trabajo. No estoy de acuerdo tampoco hoy con las críticas de la ficha de Film Affinity. Comentar únicamente que, de ser francesa o de cualquier otra nacionalidad, esta película habría sido galardonada con todos los premios posibles, pero amigos, estamos en España, y tirar piedras contra nuestro propio tejado lleva siendo deporte nacional desde la época en que se pintaron las Cuevas de Altamira.

Situaciones cómicas, recuerdos entrañables, emociones a flor de piel, secundarios de lujo, como un Jorge Roelas que se pone a cantar saetas en medio de la calle sin venir a cuento, o la gigantesca Tina Sainz, una de las esencias de nuestra extraordinaria escuela de actores de todos los tiempos. O como Aldo Sebastianelli, el emigrante italiano, siempre conciliador y con un sentido del humor muy peculiar, que ya participara en la primera entrega. Momentos tristes, como esa especie de obsesión de Pilar por dar a entender a cada momento que la situación en España es perfecta, mientras su marido se plantea la idea de buscar de nuevo trabajo allí. Resultan a veces dolorosas las comparaciones con los personajes suizos, honrados, serenos, tranquilos, maduros e infinitamente más abiertos que nosotros, pero es lo que hay.

Antes de que se encendieran las luces pensaba que iba a escuchar a la salida comentarios del tipo “pues vaya manera de pintarnos a los españoles”, o “tampoco era para tanto”, pero no, me he equivocado. Todo el mundo salía con una sonrisa dibujada en la cara, y más de uno con los ojos brillantes. Son positivas estas miradas hacia el interior de nosotros mismos, y Carlos Iglesias se está convirtiendo en un maestro en hacer eso, en una referencia imprescindible para conseguirlo sin complejos, sin prejuicios y con humildad. Somos así, como nos pinta, y tomar conciencia de ello es el primer paso, bajo mi punto de vista, para poder mejorar. Pablo y Juan, los dos muchachos, los dos apóstoles, como dice una de las chicas a las que conocen, empiezan a mostrar otra forma de ser diferente a la de sus padres, y más lejana todavía de la de sus abuelas, dos personajes más que peculiares.


No dejéis de verla. De vez en cuando hay que darle una oportunidad al cine español, y esta película es una ocasión inmejorable para ello.

4 comentarios:

Vimaru dijo...

Muy de acuerdo con todo, excepto por lo de las saetas... dadas las circunstancias, te entra la modorra de la tierra lejana y hasta yo soy capaz de arrancarme por soleares, jajaja. Muy buena peli, muy buenos actores, muy buen guión, muy bien, muy bien, muy...

FELIX JAIME dijo...

Me expliqué mal, Vio. Quise decir "De repente", más que sin venir a cuento, pero la verdad es que a mí también me emocionó esa escena. Gracias por el comentario!!

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo en todo. La vi hace una semana. Pero eso de que los suizos son de moral abierta... hacer referendums para ver si expulsan inmigrantes no lo veo yo de ser muy abiertos.

FELIX JAIME dijo...

Jajajajaja... Me refería en la época en que transcurre la película, querido anónimo. Por aquel entonces nos encontrábamos a años luz de ellos. Ahora también, pero dentro de la era de aborregamiento global que estamos viviendo, se nota menos.